Cannabis medicinal: empiezan a analizar cómo se aplicará la nueva legislación

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El Ministerio de Salud de la Nación anticipó que en los próximos días se formará una comisión para reglamentar la norma; la investigación de los efectos terapéuticos presenta grandes desafíos.

Tras la alegría de pacientes y familiares por la aprobación de la ley que permite el uso terapéutico del cannabis, ayer en los distintos organismos que deberán ocuparse de traducirla en hechos reinaba un cierto desconcierto.
Fue difícil obtener precisiones sobre cómo se procederá de aquí en más para arbitrar el cultivo de la planta, dónde y cómo se organizará el registro que les permitirá a los pacientes acceder al aceite de cannabis, si hay interesados o cuándo se comenzará con la producción local. «Lo único que podemos decir, por ahora, es que se va a conformar una comisión para reglamentar la ley y planificar los pasos por seguir», contestó un funcionario del Ministerio de Salud de la Nación, que será la autoridad de aplicación.

cannabis medicinal«No hay nada previsto ni montado en cuanto a comenzar a efectivizar lo que plantea la ley», afirmó Carlos Magdalena, neurólogo infantil y jefe a cargo de la sección de Neurofisiología y Epilepsia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.

«No tenemos ni 24 horas de legalidad», explicó Marcelo Rubinstein, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (Ingebi).
La ley crea un programa nacional, regula la investigación clínica y científica, permite el cultivo y la producción por parte del Estado y garantiza el suministro gratuito de los derivados del cannabis para los pacientes que se inscriban en un registro. Todo esto representa un giro copernicano que abre nuevas posibilidades, pero también importantes desafíos. Si bien elaborado artesanalmente y usado de forma empírica, el aceite y otros derivados del cannabis mostraron efectos positivos en más de 45 patologías, tanto médicos e investigadores como pacientes coinciden en que es importante aplicar la lupa de la ciencia a estas sustancias para optimizar la producción, asegurar la calidad del producto y establecer normas de bioseguridad.

Uno de los puntos que habrá que tener en cuenta es que los aceites cambian dependiendo de las variedades genéticas de la planta. Algunos sirven para ciertas patologías y no para otras. «Hasta ahora, lo único que llega al país es el aceite de Charlotte, pero es distinto de los caseros -subraya Magdalena-. Hay que investigar; eso llevará años. Mientras tanto, hay que resolver el problema de los pacientes y las familias. El dolor no espera.»

Magdalena presentó en el último Congreso Argentino de Neurología el estudio de la administración de aceite de cannabis en siete chicos de entre tres meses y 15 años, y con patologías que incluyen encefalopatías epilépticas refractarias, síndrome de West refractario, epilepsias mioclónicas graves y postraumáticas severas y síndrome de Dravet. «En estos casos, tanto como en cuidado paliativo de HIV/sida, pacientes adultos con dolores neuropáticos muy mortificantes o esclerosis múltiple con espasmos muy penosos, es de mucha utilidad -destaca-. También en trastornos parkinsonianos y del espectro autista.»

Para el médico, el tema que está en el centro de la discusión es cómo asegurar el acceso al tratamiento. «La planta tiene más de 100 cannabinoides. No es lo mismo aislar uno o dos que respetar la proporción de la planta. Y quienes tienen el know how, porque tuvieron que enfrentar enfermedades catastróficas, son las madres y los propios pacientes -dice Magdalena-. No hay que tirar por la borda ese conocimiento.»

Silvia Kochen, investigadora del Conicet y jefa de Epilepsia del hospital Ramos Mejía, es una pionera en el sistema científico en el estudio del uso terapéutico del cannabis. «Con la legalidad podremos dosar las concentraciones, verificar que se cumplan las normas de buenas prácticas de manufactura y encarar ensayos clínicos controlados «a doble ciego» supervisados por la Anmat-afirma-. Esto permitirá reunir datos más certeros y no basarnos en anécdotas.»

En ese sentido, Agustín Campero, secretario de Articulación Científico Tecnológica del Ministerio de Ciencia, destacó que su área se preocupará por «cubrir la vacancia de investigadores que hay en la Argentina» y que tienen pensado «trabajar en conjunto con el sistema de salud para colaborar en la formación de médicos».

«Esta ley es un paso histórico -concluye Magdalena-. Con todas las limitaciones que habrá que enfrentar, por lo menos se reconoce el beneficio terapéutico y eso da mucho alivio.»

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