Diego Armando Maradona, una de las personalidades argentinas más influyentes de la historia, falleció hoy a los 60 años a raíz de una descompensación cardíaca, lo que provocó una profunda conmoción mundial.
El astro permanecía con asistencia médica en una casa de Nordelta, partido de Tigre, y sufrió un paro cardíaco del que intentaron reanimarlo sin éxito, confirmaron a Télam fuentes de su entorno.
Diego estaba alojado en ese lugar desde el pasado miércoles 11, después de someterse a una operación por un hematoma subdural en su cabeza en la Clínica Olivos, nueve días antes.
La familia y los médicos del Diez habían decidido su traslado momentáneo a esa casa hasta definir las características de un tratamiento para rehabilitarlo de su adicción al alcohol y su dependencia a los fármacos.
Diego se levantó esta mañana en buen estado, como durante los días previos, tomó la medicación indicada por los médicos y se fue a recostar, una rutina que cumplía habitualmente desde su alta del sanatorio.
Cuando estaba en la cama sufrió una descompensación cardíaca que alertó a todos los presentes. De inmediato intentaron reanimarlo pero no reaccionó y se corazón se apagó.
Al momento de su muerte, no había familiares en la casa de Nordelta. Lo acompañaban una enfermera, una asistente terapéutica, un psicólogo, un psiquiatra, otros médicos y la gente de su entorno de los últimos tiempos, según pudo averiguar Télam.
La noticia de su muerte recorrió el mundo vertiginosamente y generó una profunda conmoción mundial. El presidente Alberto Fernández comentó que distintos jefes de Estado lo llamaron para darle las condolencias.
Presidencia de la Nación decretó tres días de duelo nacional y Fernández avisó que «todas las puertas del Estado están abiertas» para homenajear al astro, algo que será decidido por su familia directa.
«Es una pena enorme, Diego es Argentina en el mundo. Cuando lo sacaron de la clínica me quedé un poco preocupado. Se fue un tipo único, excepcional, dueño de una fuerza, una garra y un coraje que generó orgullo en los Argentinos», lamentó el presidente en diálogo con TyC Sports.
Surgido de Villa Fiorito, un barrio de emergencia del partido de Lanús, Maradona cambió la historia del fútbol argentino desde fines de la década del ’70 y se transformó en el deportista más prestigioso de todos los tiempos.
En el fútbol ocupó el olimpo de la historia junto al brasileño Pelé y, más en la actualidad, aunque con resistencia por parte del ambiente, con su compatriota Lionel Messi.
Diego, nacido el 30 de octubre de 1960, debutó en Primera División con la camiseta de Argentinos Juniors con apenas 15 años y tres años después se consagró campeón mundial juvenil en Japón, dirigido por César Luis Menotti, a quien reconocía como el DT más importante en su vida.
En 1981 pasó a Boca Juniors, club de sus amores, y se consagró campeón del Metropolitano antes de pasar a Barcelona (1982-1984), donde se reencontró con el «Flaco».
En esos años alcanzó la cumbre de su brillante carrera, tanto en Napoli de Italia (1984-1991) como en el seleccionado mayor, con el que se coronó campeón mundial en México ’86, siendo capitán.
El partido con Inglaterra, por los cuartos de final de esa Copa de Mundo, lo transformó en leyenda para siempre. Argentina se impuso 2-1 con dos tantos propios de antología.
«La Mano de Dios», anotado con un puñetazo ante la carga del arquero Peter Shilton, y el gol de todos los tiempos, concretado con un slalom a pura habilidad desde la mitad de la cancha hasta el área mayor.
Con la camiseta argentina también jugó los Mundiales de Italia ’90 (subcampeón) y Estados Unidos ’94, del que marchó después del segundo partido ante Nigeria por un caso de doping.
Las drogas también le pusieron fin a su gloriosa etapa en Napoli, donde es adorado como un Dios. Diego condujo a ese club del humilde sur italiano a la gloria deportiva con la conquista de dos Scudettos, una Copa Italia, una Supercopa de Italia y una Copa de la UEFA.
Tras dar positivo de doping en el club italiano y cumplir una sanción de un año, Maradona retornó al fútbol en Sevilla de España (1992-93) bajo la conducción de Carlos Bilardo, técnico con el que se consagró campeón.
En 1993 retornó al fútbol argentino para una breve etapa por Newell’s Old Boys de Rosario y luego volvió a Boca para ponerle fin a su carrera en 1997. Su partido despedida fue en La Bombonera en 2001 cuando dejó una frase célebre («la pelota no se mancha» como reconocimiento a todos los errores cometidos en su carrera).
Diego había iniciado antes su experiencia como técnico (Deportivo Mandiyú de Corrientes y Racing), aunque su momento más trascedente en ese rol lo vivió con el seleccionado argentino en el Mundial Sudáfrica 2010, del que marchó eliminado en cuartos de final.
Después dirigió en Al Wasl (2011-12) y Al-Fujairah de Emiratos Árabes (2017-18), Dorados de Sinaloa (2018-19) y Gimnasia y Esgrima La Plata, club que le volvió a abrir las puertas del fútbol argentino el año pasado.
En ejercicio de esa función, Diego sufrió la última descompensación de salud que motivó su internación a principios de mes.
Talentoso, corajudo, rebelde, leal, popular, antisistema y argentino hasta la médula, Diego le puso fin a su maravillosa historia hoy, 25 de noviembre, mismo día que se despidió su amigo Fidel Castro. Su leyenda vivirá por siempre en los corazones «albicelestes» a través de todas las generaciones. Télam.