La fuerte suba de contagios este viernes alarmó a la Casa Rosada. Las demoras en la entrega de vacunas apuraron la decisión de priorizar la monodosis. Mientras tanto, cobra fuerza la posibilidad de un toque de queda por las noches.
Fue un viernes movido en la Casa Rosada. Tras la suspensión de todos los vuelos con Brasil, Chile y México, el Gobierno decidió diferir la aplicación de la segunda dosis de las vacunas contra el coronavirus. Horas después, llegó un nuevo cargamento con 370 mil unidades de Sputnik V. Pero más tarde el Ministerio de Salud difundió las cifras más altas de contagios en dos meses y las alarmas volvieron a sonar: se evalúan nuevas restricciones, como un toque de queda nocturno, para contener la llegada de la segunda ola.
La administración de Alberto Fernández sabía que un nuevo de pico de casos era inminente e inevitable. Las demoras en las entregas de dosis hicieron que la Argentina llegara a la última semana de marzo con apenas el 6% de la población inmunizada con al menos una dosis, un número muy lejano a las proyecciones iniciales del plan de vacunación, que contemplaba inocular a 10 millones de personas entre enero y febrero.
Hasta la semana pasada, los ojos estaban puestos principalmente en los viajes de egresados con estudiantes que volvían contagiados y con testeos PCR truchos. Entonces se abrió una investigación en ese sentido y el Presidente, en un sorpresivo mensaje en Cadena Nacional, desalentó los viajes al exterior. Pero el problema fue creciendo y la circulación de variantes al virus original -como la de Manaos- dejó de ser una amenaza para transformarse en una realidad.
El cierre de fronteras ya era un hecho y el Gobierno dispuso ampliar los controles en pos de limitar el turismo extranjero: PCR y aislamiento costeados por los viajeros fueron las medidas. Y además, la suspensión de los vuelos con Brasil, Chile y México.
Segunda ola de coronavirus: restricciones, la palabra que incomoda al Gobierno
Este viernes, bien temprano, la ministra de Salud Carla Vizzotti encabezó una reunión con las autoridades sanitarias de las 24 jurisdicciones. Allí se evaluaron los pasos a seguir ante el combo conformado por la suba de casos, la circulación de cepas más peligrosas y el retraso en la entrega de vacunas. Y se tomó una decisión: diferir hasta la semana 12 la aplicación de la segunda dosis. Horas más tarde se conoció la cifra más alta de contagios desde el 14 de enero: 12.936.
“Hoy no se está estudiando ninguna restricción para una franja horaria ni ningún tipo de confinamiento”, señalaron el miércoles fuentes de la Casa Rosada que salieron a desmentir las advertencias de Vizzotti en esa dirección. Pasado el primer año de ASPO seguido de DISPO, la palabra restricción resulta incómoda para el Gobierno, pero inevitable para contener a la segunda ola: un toque de queda nocturno, como se hizo en grandes ciudades europeas, como París, Madrid y Roma, es la opción que asoma con fuerza por estas horas. La apuesta del Gobierno es resentir la economía lo menos posible. Con esta medida, solo unos pocos rubros -el gastronómico, por ejemplo- se verían afectados.