La mayoría de los casos están vinculados a la dieta y a factores ambientales. Su lenta progresión favorece el diagnóstico y tratamiento tempranos.
El cáncer de colon y recto es una enfermedad con elevada incidencia que alcanza al 11% del total de los cánceres. Cada año se diagnostican unos 13.000 nuevos casos en nuestro país. Ocupa el segundo lugar de los cánceres digestivos. Afecta tanto a hombres como a mujeres, con una ligera mayor frecuencia en el sexo masculino. Se ubica en el tercer lugar en el hombre, luego del cáncer de pulmón y próstata; y el segundo lugar en la mujer, luego del cáncer de mama.
El 75% de los casos son del tipo esporádico, es decir, aquellos pacientes que no tienen antecedentes personales ni familiares demostrados de la enfermedad y por consiguiente los factores ambientales y dietéticos estarían implicados en su desarrollo. El 25% restante representa a aquellos individuos con factores de riesgo adicional como son: antecedente personal de pólipos adenomatosos únicos o múltiples, cáncer colorrectal o enfermedad inflamatoria intestinal (colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn) y antecedentes familiares de cáncer colorrectal o adenomas únicos o múltiples.
Las dietas pobres en fibras y ricas en grasas y carnes rojas, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo serían factores involucrados en la génesis de la enfermedad. Por tal motivo, una dieta equilibrada, sumada a la actividad física regular, es lo que se recomienda para su prevención.
Los síntomas que suelen presentar estos pacientes son: pérdida de sangre en las heces, cambios en el ritmo evacuatorio, molestias y distensión abdominal, anemia, decaimiento, pérdida de peso. Es importante saber que se puede estar padeciendo de un cáncer colorrectal y que no se manifieste ninguno de estos síntomas. Por tal motivo, es fundamental concientizar a la población sobre la necesidad de consultar con su médico para realizarse estudios dirigidos a la prevención y detección temprana de la enfermedad. El 90% de los cánceres colorrectales detectados en una etapa temprana tienen la posibilidad de curación y con métodos menos invasivos.
Este tumor es uno de los más factibles de prevenir. La lenta progresión y transformación del pólipo en cáncer favorece la realización de exámenes periódicos para detectar y extirpar los pólipos previniendo de esta manera la enfermedad.
En líneas generales, se recomienda que aquellas personas sin factores de riesgo comiencen con los exámenes periódicos a partir de los 50 años. Aquellos con algún factor de riesgo asociado deberán consultar con su médico para recibir asesoramiento acerca del momento adecuado para comenzar con los mismos.
Recientemente, el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos comparó la posibilidad de padecer cáncer de colon y recto entre los nacidos en la década del 50 y los nacidos en la década del 90. Este estudio arrojó el doble de posibilidad de padecer cáncer de colon y el cuádruple de cáncer de recto en el grupo de pacientes más jóvenes. Por consiguiente, estos hallazgos motivarían la necesidad de iniciar los estudios en edades más tempranas y no subestimar los síntomas por la edad del paciente.
A pesar de los avances terapéuticos, tanto quirúrgicos como quimioterápicos, la sobrevida no ha mejorado sustancialmente. Lo único que ha demostrado eficazmente disminuir la incidencia del cáncer colorrectal y mejorar la sobrevida es la prevención y diagnóstico temprano de las lesiones. Por estos motivos, es primordial que se tome conciencia sobre la necesidad de los estudios periódicos.