Este 21 de marzo es el Día Mundial del Síndrome de Down. el Dr. Fernando Burgos analiza la situación de los chicos que día a día son seguidos en la Clínica Interdisciplinaria que funciona en el Hospital Universitario Austral.
En esta fecha especial el Dr. Fernando Burgos, jefe sección Ambulatoria de Pediatría y coordinador de la Clínica Interdisciplinaria de niños con Síndrome de Down, analiza la situación de los chicos que día a día son seguidos en la Clínica que funciona en el Hospital Universitario Austral y explica cuáles son para él los puntos a repensar.
“En principio creo que esta fecha debe servir para tomar mayor consciencia por esos jóvenes, muchos de los cuales nacieron en nuestro Hospital y otros que se sumaron al seguimiento realizado por la clínica desde 2003, porque a pesar de tener una edad mental menor a la que les corresponde por su edad cronológica, entienden muy bien cómo son valorados o rechazados y sufren el estrés permanente de la discriminación real, además de saber que gran parte de la sociedad está tratando de evitar por todos los medios que nazcan más personas con síndromes genéticos”, comentó el especialista.
Por eso es importante revisar las actitudes y los estereotipos que se repiten de forma automática e influyen sobre la percepción, los juicios y las acciones; e inclusive en las intenciones explícitas de una persona con Síndrome de Down.
“Debemos tomar muy en serio la necesidad de promover un vuelco significativo en nuestros más íntimos pensamientos y prejuicios. Y se trata de un cambio que debe manifestarse en la declaración de intenciones pero también en la realidad del día a día. Debemos, entonces, promover el buen entendimiento para con las personas con discapacidad desde su más temprana edad considerándolos sujetos únicos y singulares”, refirió Burgos.
Sin embargo, también hay que sostener esto en la adolescencia, período de turbulencia en cualquier joven y más aún en aquellos con Síndrome de Down, porque comienzan a perfilarse los sistemas de valores sobre sí mismos y sobre los demás, y empiezan a constatar lo doloroso que puede significar ser “diferente”.
Si bien algunas de estas diferencias son inevitables, hay que ayudar a los chicos a que las asimilen y las superen, lo que se consigue involucrándose con paciencia. También hay que prestar atención para saber detectar aquellas diferencias que no sólo no son inevitables, sino que en realidad son estigmas encubiertos que cada persona añade e impone desde su propio egoísmo.
En este sentido el especialista afirmó que en el fondo de la conducta depresiva o de cierta regresión en cuanto al comportamiento –ambas muy diagnosticadas en el Síndrome de Down- se encuentra el estrés al que son sometidos los chicos.
En cuanto a la interacción y el aprendizaje el Dr. sostuvo que “la clave está en las oportunidades para la interacción social. La influencia de medio condiciona el grado de discapacidad, y por eso se debe reconocer a los chicos con síndrome de Down como sujetos con derecho a ejercer la vida desde el momento de la concepción. Y dado que tienen características educativas particulares, es muy importante conocerlas y ajustar los materiales educativos, espacios, instalaciones, actitudes de los profesionales y compañeros, estilos de aprendizaje y metodología a dichas características”.
Este es el camino para que desarrollen todas sus potencialidades cognitivas y sociales que se ven reflejadas como en cualquier persona, inclusive como estudiantes universitarios en algunos casos.
“Nunca hay que poner alto el techo al aprendizaje porque éste también depende de nuestra mirada integradora y de darles todas las oportunidades para que logren sus objetivos; y a eso apuntamos desde la clínica interdisciplinaria: a darle la mejor calidad de vida a estos niños y jóvenes para que puedan pensar en una vida adulta de felicidad y de realización en todos sus aspectos”, completó el Dr. Burgos.