El aumento de las tecnologías ha generado un incremento en las horas que los chicos pasan frente a los diferentes dispositivos electrónicos, y los videojuegos se convirtieron en el producto principal. “Muchos jóvenes permanecen conectados y alejados de la vida real durante más horas de las que los expertos consideran saludables”, aseguraron profesionales del Hospital Universitario Austral.
La Organización Mundial de la Salud publicó la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) e incorporó al “trastorno del videojuego” dentro de la sección que especifica trastornos de adicción. El uso excesivo de pantallas produce sedentarismo, sobrepeso, alteraciones vinculares, aislamiento y trastorno del sueño.
La Dra. Camila Giménez y la Dra. Celeste Berecoechea, del Servicio Medicina General Ambulatoria del Hospital Universitario Austral, explicaron que “muchos jóvenes permanecen conectados y alejados de la vida real durante más horas de las que los expertos consideran saludables, dado el uso cada vez mayor, de diferentes dispositivos electrónicos: celulares, tablets, computadoras y consolas de videojuegos”.
La Lic. Belén Mata, Psicóloga infanto-juvenil del Hospital Universitario Austral, agregó: “El mundo y la cultura de los niños han cambiado. Las nuevas tecnologías influyen en el modo de jugar, de imaginar, de sufrir, de pensar y construir la propia realidad infantil. En esta época, la fascinación y la seducción de la imagen ocupan un lugar central”.
Actualmente se generó un fenómeno entorno al juego “Fortnite” que cuenta con 45 millones de jugadores en todo el mundo, abarcando 16 países, que permite juegos o individuales o en equipo, incluso con desconocidos. “La obsesión por este juego está repercutiendo en la trayectoria escolar y en las relaciones familiares y sociales, debido a que genera maratones nocturnas, aislamiento y falta de deseo de salir a jugar. El uso, abuso y adicción alcanza a niños, adolescentes y adultos”, sumaron las especialistas”. Y sumaron que es importante “explicarles los riesgos a los que se exponen al jugar con desconocidos”.
Según la Sociedad Argentina de Pediatría, tanto los chicos como los padres se encuentran absortos en las pantallas y allí se produce un déficit de comunicación en las familias. “La tecnología mal utilizada es un sustituto negativo de la interacción personal”, explicaron las doctoras Giménez y Berecoechea. Y agregaron: “Los niños tienen que saber que la vida es atractiva fuera de una pantalla. Es sano sentir curiosidad por otras personas, aprender a escuchar e interactuar. Esto les enseña sobre la inteligencia emocional y social, indispensable para alcanzar el éxito en la vida”.
Sumado a ello, la Lic. Mata aseguró: “La familia tiene un lugar privilegiado para acompañar. Los padres deben favorecer la comunicación que implica no sólo hablar sino también escuchar; deben acompañar a los niños pequeños en el descubrimiento y uso de las nuevas tecnologías, y establecer normas y límites claros y precisos, con lenguaje simple y acorde al entendimiento del niño es muy importancia. La función del “no” es educativa y fundamental para el desarrollo. El “no”, no es ‘traumático’, es necesario y formativo de nuestra capacidad simbólica.
¿Cómo identificar una adicción?
Se deben tener en cuenta distintas conductas y reacciones. “Los indicadores de alarma comienzan cuando el incremento del uso produce una interferencia notable en la vida cotidiana y el niño o adolescente pierde interés por otras actividades que anteriormente le generaban placer”, explica la Lic. Mata y detalla distintas reacciones a las que deben estar atentos los padres para detectar una adicción:
• Cambios en el comportamiento: Inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no pueden acceder al medio adictivo.
• Aislamiento: Deterioro de las relaciones más cercanas.
• Alteraciones en la vida cotidiana para usar las TICs (no ir al colegio, descuido de obligaciones cotidianas, dejar las responsabilidades para más tarde)
• Abandono de otras actividades que antes eran gratificantes.
• Incapacidad de controlar voluntariamente el uso.
• Mentiras: engaños para llevar a cabo a escondidas las actividades adictivas.
• Cambio de hábitos en el sueño y la alimentación.
Además, las Dras. Giménez y Berecoechea agregan recomendaciones para que las familias y su entorno puedan acompañar a los chicos y generar hábitos saludables:Los niños de 0-2 años tienen contraindicado el uso de pantallas, dado que su cerebro se desarrolla rápidamente durante estos dos años, y aprenden mejor interactuando con personas que con las pantallas. Los niños de 2-4 años no debieran pasar más de 1 hora/día. Niños entre 5-17 años: máximo 2 horas/día.
Tratar de identificar si el uso de estos artefactos está generando un problema en el niño/adolescente, tanto a nivel escolar como social y familiar.
Las familias deben contribuir limitando la accesibilidad y dando el ejemplo. No es conveniente prohibir su uso, sino educar en el uso responsable desde edades tempranas estimulando el pensamiento crítico para lograr a la autorregulación.
Familiarizarse con los recursos tecnológicos y con los contenidos de los juegos, haciendo uso de los mismos.
Supervisar los contactos virtuales.
Monitorizar el tiempo de uso, consensuar horario de inicio y fin y ser firmes con el mismo. Desaconsejar jugar antes de irse a dormir, durante las comidas o al realizar las tareas escolares.
Evitar la ingesta de snacks o «picoteos» durante el uso de los juegos y tablets.
El rol del adulto es crucial para generar alternativas, abrir espacios compartidos, que tengan un significado especial para todos los involucrados. Actividades tales como cocinar, hacer una tarea doméstica, jugar, salir a pasear, estimular la lectura y los juegos de palabras, pueden adquirir importancia para el niño si el adulto se involucra.
Fomentar siempre la actividad física como hábito saludable, incorporándola a la rutina diaria y generando diferentes opciones.
Evitar el uso de la tecnología ante el primer reclamo de aburrimiento o como forma de calmar al niño. Hacer el esfuerzo en brindar alternativas.
Ayudarlos a manejar la frustración, desde la compresión y no desde el reto y la intolerancia.
Es importante no realizar una crítica deliberada sobre las nuevas tecnologías y los videojuegos, sino aprender a delimitar los tiempos de uso y diferenciar conductas que muestren un comportamiento adictivo.