La enfermedad de Alzheimer, ¿una nueva epidemia?

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El Dr. Norberto Raschella del Hospital Universitario Austral, explica por qué, debido al aumento de la expectativa de vida, las enfermedades neurodegenerativas cada vez son más preponderantes y qué se puede hacer para tratarla y tener una mejor calidad de vida.

El 21 de septiembre es el Día de la Enfermedad de Alzheimer. Según el Ministerio de Salud de la Nación, se trata de una patología “degenerativa del Sistema Nervioso cuya causa es desconocida”. En función del aumento de la expectativa de vida y la mayor cantidad de persona añosas, se analiza en qué medida esta enfermedad puede ser considerada una nueva epidemia.

Al respecto, el Dr. Norberto F. Raschella, subjefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral explicó: “Mucho se ha hablado ya sobre este tópico, y aún es mucho más lo que nos queda por aprender, al margen de los importantes avances que se han logrado acerca del conocimiento sobre la Enfermedad de Alzheimer (EA). El punto central es que, debido al aumento de la expectativa de vida, las patologías neurodegenerativas ocupan desde hace varios años un lugar preponderante en las políticas de salud pública”.

La posibilidad de contar con elementos terapéuticos que antes no existían (antibióticos, quimioterápicos, anticuerpos monoclonales) y las mejores tecnologías que hoy nos permiten realizar diagnósticos más precoces y de mejor calidad (sobre todo en lo que concierne a las neuroimágenes) ha hecho que la mortalidad por causas evitables haya disminuido considerablemente.

Y esta situación comenzó a dejar ver patologías que en muchos casos, sólo por lo acotado de la expectativa de vida, no tenían la posibilidad de desarrollarse con toda la magnitud e impacto que se representan actualmente.

Hoy la expectativa de vida ronda los 85 años (promedio) y la población tiene mayor conciencia sobre la Enfermedad de Alzheimer y el importante impacto que produce, no sólo en la salud del paciente sino también en el entorno familiar y los aspectos emocionales, económicos y sociales.

“Los avances en el conocimiento de la fisiopatología de esta enfermedad, en la cual parecen ser múltiples los mecanismos involucrados, brindan la posibilidad para descubrir distintos blancos en los cuales se puede actuar terapéuticamente”, agregó el Dr. Raschella.

¿QUÉ PREGUNTAS FRECUENTES SE HACEN LOS PACIENTES?

* «Doctor, estoy perdiendo la memoria, me olvido de todo, no recuerdo algunos nombres. ¿Será Alzheimer?»
Ante esta pregunta, lo primero que vale aclarar es que el principal factor de riesgo no es otro que la edad. Por ende, a mayor edad mayor riesgo de padecer Alzheimer.

*Otro escenario diferente se da cuando un paciente, por lo general mayor de 60 años, comienza a notar en él mismo o en otras personas allegadas algunas fallas en la memoria, la orientación o el lenguaje, pero estas fallas, aunque evidentes, no interfieren significativamente con la autovalía del paciente que sigue desempeñándose sin mayores inconvenientes.
Estos casos son los denominados “deterioros cognitivos leves”, aunque esta situación merece la debida atención ya que puede ser el inicio de un proceso en curso.

* «Mi papá tuvo Alzheimer, ¿puedo hacer algo para prevenirlo?»
Aquí vale la pena considerar 2 aspectos: el primero es explicarle al paciente que en la mayoría de los casos la enfermedad de Alzheimer no es hereditaria, aunque la posibilidad de tener una historia familiar de la enfermedad es el segundo factor de riesgo en frecuencia, detrás de la avanzada edad.

“El segundo punto es destacar que tanto la actividad aeróbica como el aprender una disciplina intelectual nueva, han demostrado que actúan favorablemente a nivel cerebral generando mayor número de conexiones cerebrales, a través del aumento de las arborizaciones dendríticas neuronales y mejorando la neurotransmisión cerebral”.

* «¿Existe cura para el Alzheimer?»
“Al momento la respuesta es no. No obstante, son importantes los avances que se han venido sucediendo, y que incluyen el mejor conocimiento de algunos aspectos de la fisiopatología de la enfermedad, y que podrían implicar nuevos blancos terapéuticos”.

Además, desde el punto de vista farmacológico existen en la actualidad varias drogas que por distintos mecanismos han mostrado un modesto efecto mejorador de la sintomatología cognitiva, ralentizando el proceso de deterioro.

Por otra parte, también existen drogas que actúan modulando un neurotransmisor cerebral, cuyo exceso ejerce efecto tóxico neuronal (llamados moduladores del glutamato).

Para los síntomas conductuales que se presentan con frecuencia en la Enfermedad de Alzheimer existe una gran variedad de fármacos, antidepresivos, ansiolíticos, hipnóticos y antipsicoticos de probada eficacia pero de prudente manejo. Estas alteraciones son agitación, ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio y también cuadros psiquiátricos caracterizados por delirios, alucinaciones, y diferentes trastornos sensoperceptivos, los cuales suelen ser muy disruptivos y son una causa muy importante del consabido stress que generan en el cuidador de los pacientes.

“Para finalizar no es menos importante el mantener una dieta sana, el realizar actividad física periódicamente, la estimulación cognitiva, los cuidados médicos generales y la adecuada comprensión de distintos aspectos en lo cotidiano de la vida de los pacientes que son muy útiles para disminuir la sobrecarga de estrés y ansiedad que generan en el cuidador”, completó el especialista.

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